Las crisis que agobian a la
humanidad entera se reunieron en un foro especial celebrado en las cavernas
Veryovkina, a más de dos kilómetros de profundidad en las montañas del Cáucaso
ubicadas en Georgia, para analizar el desempeño colectivo entre el 2020 y el
2021. Las primeras crisis en tomar la palabra expusieron un recuento favorable
por las múltiples erosiones causadas en individuos, empresas tan poderosas como
países y países tan débiles como individuos tras la eclosión de un virus de
exagerada mutabilidad e inmortalidad aparente. Privilegiaban a un transformista
capaz de superar las diversas vacunas que pretendieron eliminarlo, aunque sólo
dejaran tras de sí victorias aparentes. En año y medio fue declarado endémico
ante la impotencia de la industria farmacéutica para crear fórmulas que
pudieran exterminarlo. Los organismos responsables de la salud pública se confirmaron
incapaces de obtener antídotos que pudieran aplicarse en los menores de dieciocho
años con la prontitud necesaria. Los gobernantes se vieron obligados a reanudar
las actividades públicas en espera de la inmunidad de rebaño. La población
hastiada de los meses de encierro y restricciones emprendió festejos que pronto
incrementaron los contagios incluso entre la población ya vacunada.
Las ponencias fueron
leídas entre aplausos hasta que llegó el turno de Crisis Moral, una
participante que solía exceder las atribuciones reglamentarias, pues en vez de
provocar el desaliento de manera consistente solía otorgarse facultades para
juzgar el desempeño de las diversas instancias inscritas en la Asociación de
crisis polivalentes para el deterioro humano (Acripodehum). Su mera presencia
fue recibida con abucheos, pues desde los tiempos del diluvio había manifestado
su pesadumbre, por considerar que destruir a la mayor parte de los seres vivos
constituía un castigo terrible y una lección innecesaria. A nadie agradaban las
opiniones que contrariaban las disposiciones generales dictadas por el
organismo colegiado y Crisis Moral solía hacerlo, pero sus peores enemigos siempre
encontraron difícil expulsarla, incluso en los días de Sodoma y Gomorra o
durante las guerras mundiales y otras campañas de exterminio, pues el tema
dejado bajo su control nunca necesitó demasiados estímulos para provocar
desaliento en cualquier ámbito o persona. Crisis Moral obtenía las mejores
calificaciones y destacaba entre sus pares. Era repentina e impredecible. Sus
congéneres temían que, entre todas, fuera la única, porque desataba crisis
emocionales, financieras, sicológicas, laborales, educativas, epilépticas o de
cualquier otra índole. Podía ser generalizada o focal como una aguja punzante
en un punto específico de sus víctimas o sus compañeras de oficio. Sembrar
dudas le resultaba natural y por donde iba solía crecer el dolor incluso a
partir de reflexiones diminutas y apariencia inofensiva.
En diversas
ocasiones se había demeritado su mera existencia por considerar innecesario
contar con una crisis tan dada a la compasión y a criticar el trabajo de sus colegas
que la oían con hartazgo.
—Los seres
humanos parecían encaminarse al colapso procedente de la irracionalidad
colectiva, el descontrol de los natalicios y los incontables abusos cometidos
en contra de la naturaleza, sobre todo a partir de la Revolución Industrial surgida
en los años finales del Siglo XVIII.
Crisis Moral
alzó la mirada ante algunos abucheos. Por un momento pareció abandonar el
podio. Su voz la contradijo al manifestar con firmeza.
—Cierto es que
la endemia y el desaliento provocado por muchas de las crisis que hoy escuchan
mis palabras son entidades poderosas. Tanto que podrían matarnos sin imaginarlo
siquiera.
Las participantes
apenas rozaron el sentido de lo dicho por la ponente.
—Las conmino a
recordar que existimos para evitar que los hombres sueñen ser dioses. Nuestra
misión consiste en mantenerlos dentro de los sueños alcanzables y la cordura de
cualquier criatura mortal, aunque cierto es que las razones fundamentales
terminaron extraviadas en un hálito de maldad generalizada. Por eso hoy convoco
a todas ustedes para que revisen sus conceptos y reconsideren si desean morir
junto con la especie humana.
El recinto se
adentró en las profundidades del abismo cuando las crisis reflexionaron sobre
lo dicho y las sombras intercambiaron posiciones y murmullos hasta extender el
silencio.
—Regocijarnos
por un colapso generalizado involucra extinguirnos. Ninguna de nosotras podrá
subsistir sin los humanos.
Desde las profundidades
de la caverna resonó la voz siempre inestable de Crisis Nuclear.
—Podremos
reanudar nuestras actividades en cualquier parte del universo donde quiera que
haya seres inteligentes —afirmó proteica en el mismo instante que un conflicto de
credibilidad la invadía para dejarla sin argumentos.
Crisis Cultural
intervino para complementar lo dicho por su compañera:
—Yo lo dudo. No
llegaremos a otros mundos con sólo imaginarlo. Hasta hoy nuestro recorrido más
largo fue compartido con astronautas hayan vuelto o no. Y de emprender el
supuesto viaje interestelar que sugiere nuestra amiga radioactiva, las invito a
reflexionar sobre las características de los destinatarios. ¿Si los seres
humanos respiran oxígeno ya pensaron cómo podría manifestarse la vida en otros
mundos? Tomen distancia de la química del carbono, olviden las formas
humanoides. Imaginen globos de fuego como los descubiertos por el padre
Peregrine narrado por Ray Bradbury. En aquellos seres el sacerdote encontró la
inutilidad del ministerio de bondad que lo alentaba, pues al ser luz carecían
de pecados en espera de redención. Eran puros por naturaleza y elección propia.
Aquella historia ocurrió en Marte y nosotros no tenemos forma de viajar, aunque
nos pese, sin los seres humanos. Nunca supimos de entidades semejantes a
nosotros que no fueran narradas en novelas o ensayos de origen terrestre.
Crisis
Espiritual fue la primera en notar cómo Crisis Depresiva asumía el control de
sus congéneres. Una a una, padecieron los efectos que durante tantos años
habían alimentado; se derrumbaron ante la incertidumbre, el dolor, la
melancolía, el pánico y el rumor de una enfermedad desconocida para ellas.
Cuentan algunas sobrevivientes que sufrieron los achaques causados por un virus
transmitido por Crisis Moral durante una reunión celebrada en alguna caverna
europea. Sorprendidas, aún intentan recuperarse, pero el resurgimiento luce imposible,
conforme descubren entre ellas mutaciones que nunca imaginaron. Vicisitudes destinadas
a recordarles que son tan perecederas como los padecimientos y anhelos divinos
de los hombres extraviados en la inmensidad del universo.
Muy bueno! Sin sobresaltos, para leer de un tirón.
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