Últimos instantes
César Del Castillo Itzel Alejandra Flores García
Laura Irene Ludueña & Sergio Gaut vel Hartman
Adrián gritó hasta que la garganta se le convirtió en una llaga, pero solo le
respondieron la lluvia y el aullido del viento. El terror atroz de haber
perdido a Gemma dio alas a sus pies y lo impulsó hacia adelante, en busca de no
sabía qué ni dónde. Pero puso toda su energía, su atención, su voluntad en esa
loca carrera, pura velocidad y empuje, aunque velocidad y empuje pésimamente
dirigidos, ya que su brújula era la desesperación. Por eso no sintió que una
mano gigante lo detenía, ni que un puño mortífero chocaba contra su rostro.
—¡No
es cierto! —gritó—. ¡No puede estar muerta! ¡Esto es una pesadilla! —Pero si
era una pesadilla aún no había terminado. Y si Gemma estaba o no muerta lo
determinaría el siguiente capítulo de aquella pobre y tenebrosa novela. Por las
dudas, no se detuvo, sino que siguió corriendo, hasta que no tuvo fuerza
siquiera para parpadear. Sin embargo, el amor que alguna vez sintió por Gemma
lo abandonó de repente y ya no pensó en salvarla, ni en ponerse a salvo. Le
fallaron las rodillas y cayó sobre el adoquinado.
—¡Despierte,
Florián! —exclamó una voz ruda y húmeda bullendo en su oído.
—¿Florián?
¡Soy Adrián!
La
voz se transformó en carcajada y no tuvo más remedio que abrir los ojos.
—En
el sueño puede tener el nombre que quiera. Aquí es Florián, aunque dejará de
serlo en cuanto hunda este cuchillo en su pecho. ¡Ahora sí ha despertado! Veo
que no le gustan los cuchillos —dijo el extraño personaje blandiendo una rama
como si fuera un puñal.
Adrián
reaccionó sentándose de golpe y mirando aterrorizado a quien le hablaba.
Recordaba estar conversando con Gemma en el parque de la universidad cuando de
pronto un gran temblor los impulsó a correr. Luego, la nada. Ahora despertaba
en un lugar desconocido junto a un personaje extraño con voz de trueno,
mientras por su mente pasaban una serie de clips, imágenes y recuerdos que
hubieran enloquecido a cualquiera.
Todo
había empezado cuando Adrián trabajaba en un modelo cero dimensional para
estimar el impulso en propulsores de plasma, y su ordenador captó un mensaje
perdido de un planeta lejano. Entusiasmado, intentó comprobar de dónde venía la
señal y descubrió que procedía de un sistema estelar distante cincuenta años
luz de la Tierra, con lo cual tardaría cien años en enviar un mensaje y recibir
una respuesta. Cuando logró estabilizar la señal, en la pantalla aparecieron
unos extraños caracteres. Adrián manejaba algo de astro lingüística, aunque aún
era un campo poco desarrollado. Cuál no fue su sorpresa al entender lo que
significaba. ¿Acaso se estaba gestando una guerra interplanetaria con
alienígenas que poseían una tecnología miles de años más avanzada que la
nuestra? Sorprendido por el descubrimiento, se comunicó con su amiga y colega
Gemma para contarle lo que había descubierto. Quedaron en encontrarse en el
parque de la universidad. Recordaba que hablaban del tema cuando de pronto
sintieron el gran temblor y corrieron. Adrián perdió el contacto con Gemma.
Gritó.
—¡Gemmaaaa!
—No recibió respuesta. Se detuvo. No se veía nada. La intensa lluvia solo
permitía divisar las siluetas borrosas de los grandes árboles.
El
extraño que escuchaba su desordenado relato y apreciaba la angustia que lo
embargaba se sentó junto a él con una mirada comprensiva.
—Es
así, Florián.
—Soy
Adrián, ¡ya se lo he dicho! —Empleó un modo enérgico y lo miró a los ojos.
—Está
bien, no discutamos —dijo el desconocido pasándole el brazo derecho por detrás,
sobre los hombros—. Eso no es lo importante ahora. Me llamo Cancuy y puedo
explicarle lo que le está pasando. Solo le pido que preste atención y trate de
tranquilizarse.
Adrián
trató de hacerle caso, visiblemente agobiado, bajó la cabeza y aún confundido
se dispuso a oír lo que Cancuy tenía para decirle.
—Lo
que ha sucedido, Florián, es que ha viajado en el tiempo. Sé que esto puede perturbarlo.
Produce confusión profunda en nuestros cerebros, una confusión generalizada y
mucha ansiedad. Al menos por un tiempo.
Adrián
se inquietó, frunció el ceño, contrariado, y sintió miedo. A él esa posibilidad
no lo sorprendía, la ciencia era su mundo y conocía los avances de la física cuántica,
la aceleración de moléculas y su duplicación y también estaba al corriente del
tema de la simultaneidad. Pero escuchar que él ya había sido protagonista de un
suceso como ese lo sacudió y ciertamente desconfió de que fuese verdad.
Los
diálogos entre Cancuy y Adrián se iban haciendo cada vez más complicados; el
viaje en el tiempo era inverosímil. Por más que intentaba hallar la coherencia,
no lo lograba; Adrián o Florián, ¿quién era de los dos? El temblor en el que
había muerto Gemma, después la lluvia. ¿Era amor o amistad lo que lo sentía por
Gemma? Quería acceder a ese universo, pero parecía que algo no funcionaba bien.
Cancuy había mencionado un sueño y luego amenazó con apuñalarlo y, sin embargo,
aquella arma era solo una rama. La atmósfera fue perdiendo tensión en los
acontecimientos narrados, pues se estaba usando el recurso en boga de los multiversos
sin haber logrado un pacto de lectura. En los últimos instantes, Cancuy habló:
—Florián
es su nombre y es mi discípulo en los temas de energía. La ciencia se ha quedado
muy corta para explicar fenómenos dimensionales así que lo hipnoticé para comprobar
la hipótesis. Hemos encontrado que viajar en el tiempo no es otra cosa más que
la transmigración del espíritu y usted ha sido nuestro último eslabón. Desafortunadamente,
hubo un traslape entre su vida actual con la pasada. Escenas diversas e inconexas
lo confundieron tanto, que olvidó todo lo del experimento, pero más tarde, su
mente racional se restablecerá y podrá redactar el informe.
No
hubo ni una página más para sostener la trama; se puso de pie y salió del
consultorio de Cancuy.
Maldijo
el momento en que aceptó ser jurado de ese concurso literario y anotó sobre la
primera página, con marcador rojo: rechazado.
Un cuento con una trama interesante, que podría haber tenido un mejor final. Igual me gustó.
ResponderEliminarinteresantísimo lo reversible de una trama con tantas vueltas y posibilidades.
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