viernes, 16 de septiembre de 2022

CUENTO AL CUADRADO - 014

Últimos instantes

César Del Castillo Itzel Alejandra Flores García

Laura Irene Ludueña & Sergio Gaut vel Hartman





Adrián gritó hasta que la garganta se le convirtió en una llaga, pero solo le respondieron la lluvia y el aullido del viento. El terror atroz de haber perdido a Gemma dio alas a sus pies y lo impulsó hacia adelante, en busca de no sabía qué ni dónde. Pero puso toda su energía, su atención, su voluntad en esa loca carrera, pura velocidad y empuje, aunque velocidad y empuje pésimamente dirigidos, ya que su brújula era la desesperación. Por eso no sintió que una mano gigante lo detenía, ni que un puño mortífero chocaba contra su rostro.

—¡No es cierto! —gritó—. ¡No puede estar muerta! ¡Esto es una pesadilla! —Pero si era una pesadilla aún no había terminado. Y si Gemma estaba o no muerta lo determinaría el siguiente capítulo de aquella pobre y tenebrosa novela. Por las dudas, no se detuvo, sino que siguió corriendo, hasta que no tuvo fuerza siquiera para parpadear. Sin embargo, el amor que alguna vez sintió por Gemma lo abandonó de repente y ya no pensó en salvarla, ni en ponerse a salvo. Le fallaron las rodillas y cayó sobre el adoquinado.

—¡Despierte, Florián! —exclamó una voz ruda y húmeda bullendo en su oído.

—¿Florián? ¡Soy Adrián!

La voz se transformó en carcajada y no tuvo más remedio que abrir los ojos.

—En el sueño puede tener el nombre que quiera. Aquí es Florián, aunque dejará de serlo en cuanto hunda este cuchillo en su pecho. ¡Ahora sí ha despertado! Veo que no le gustan los cuchillos —dijo el extraño personaje blandiendo una rama como si fuera un puñal.

Adrián reaccionó sentándose de golpe y mirando aterrorizado a quien le hablaba. Recordaba estar conversando con Gemma en el parque de la universidad cuando de pronto un gran temblor los impulsó a correr. Luego, la nada. Ahora despertaba en un lugar desconocido junto a un personaje extraño con voz de trueno, mientras por su mente pasaban una serie de clips, imágenes y recuerdos que hubieran enloquecido a cualquiera.

Todo había empezado cuando Adrián trabajaba en un modelo cero dimensional para estimar el impulso en propulsores de plasma, y su ordenador captó un mensaje perdido de un planeta lejano. Entusiasmado, intentó comprobar de dónde venía la señal y descubrió que procedía de un sistema estelar distante cincuenta años luz de la Tierra, con lo cual tardaría cien años en enviar un mensaje y recibir una respuesta. Cuando logró estabilizar la señal, en la pantalla aparecieron unos extraños caracteres. Adrián manejaba algo de astro lingüística, aunque aún era un campo poco desarrollado. Cuál no fue su sorpresa al entender lo que significaba. ¿Acaso se estaba gestando una guerra interplanetaria con alienígenas que poseían una tecnología miles de años más avanzada que la nuestra? Sorprendido por el descubrimiento, se comunicó con su amiga y colega Gemma para contarle lo que había descubierto. Quedaron en encontrarse en el parque de la universidad. Recordaba que hablaban del tema cuando de pronto sintieron el gran temblor y corrieron. Adrián perdió el contacto con Gemma. Gritó.

—¡Gemmaaaa! —No recibió respuesta. Se detuvo. No se veía nada. La intensa lluvia solo permitía divisar las siluetas borrosas de los grandes árboles.

El extraño que escuchaba su desordenado relato y apreciaba la angustia que lo embargaba se sentó junto a él con una mirada comprensiva.

—Es así, Florián.

—Soy Adrián, ¡ya se lo he dicho! —Empleó un modo enérgico y lo miró a los ojos.

—Está bien, no discutamos —dijo el desconocido pasándole el brazo derecho por detrás, sobre los hombros—. Eso no es lo importante ahora. Me llamo Cancuy y puedo explicarle lo que le está pasando. Solo le pido que preste atención y trate de tranquilizarse.

Adrián trató de hacerle caso, visiblemente agobiado, bajó la cabeza y aún confundido se dispuso a oír lo que Cancuy tenía para decirle.

—Lo que ha sucedido, Florián, es que ha viajado en el tiempo. Sé que esto puede perturbarlo. Produce confusión profunda en nuestros cerebros, una confusión generalizada y mucha ansiedad. Al menos por un tiempo.

Adrián se inquietó, frunció el ceño, contrariado, y sintió miedo. A él esa posibilidad no lo sorprendía, la ciencia era su mundo y conocía los avances de la física cuántica, la aceleración de moléculas y su duplicación y también estaba al corriente del tema de la simultaneidad. Pero escuchar que él ya había sido protagonista de un suceso como ese lo sacudió y ciertamente desconfió de que fuese verdad.

Los diálogos entre Cancuy y Adrián se iban haciendo cada vez más complicados; el viaje en el tiempo era inverosímil. Por más que intentaba hallar la coherencia, no lo lograba; Adrián o Florián, ¿quién era de los dos? El temblor en el que había muerto Gemma, después la lluvia. ¿Era amor o amistad lo que lo sentía por Gemma? Quería acceder a ese universo, pero parecía que algo no funcionaba bien. Cancuy había mencionado un sueño y luego amenazó con apuñalarlo y, sin embargo, aquella arma era solo una rama. La atmósfera fue perdiendo tensión en los acontecimientos narrados, pues se estaba usando el recurso en boga de los multiversos sin haber logrado un pacto de lectura. En los últimos instantes, Cancuy habló:

—Florián es su nombre y es mi discípulo en los temas de energía. La ciencia se ha quedado muy corta para explicar fenómenos dimensionales así que lo hipnoticé para comprobar la hipótesis. Hemos encontrado que viajar en el tiempo no es otra cosa más que la transmigración del espíritu y usted ha sido nuestro último eslabón. Desafortunadamente, hubo un traslape entre su vida actual con la pasada. Escenas diversas e inconexas lo confundieron tanto, que olvidó todo lo del experimento, pero más tarde, su mente racional se restablecerá y podrá redactar el informe.

No hubo ni una página más para sostener la trama; se puso de pie y salió del consultorio de Cancuy.

Maldijo el momento en que aceptó ser jurado de ese concurso literario y anotó sobre la primera página, con marcador rojo: rechazado.

2 comentarios:

  1. Un cuento con una trama interesante, que podría haber tenido un mejor final. Igual me gustó.

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  2. interesantísimo lo reversible de una trama con tantas vueltas y posibilidades.

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