lunes, 21 de junio de 2021

ESPECIAL NOVENTA Y NUEVE PALABRAS

 



¡Cobardes!

Alex Padrón

 

Preparamos la invasión durante muchas décadas, siglos incluso. Los mejores guerreros, las naves mejor artilladas, los estrategas más valiosos. Teníamos que conquistar y vencer.

Las previsiones de los augures se cumplieron: hubo resistencia, pero desorganizada y patética. Era lógico porque la naturaleza de los humanos es traicionera y primitiva. Nunca tendrían la disciplina de nuestra raza colmena.

No obstante, usaron la traición como su fuerza: reinamos ahora sobre una Tierra en cenizas. Mientras, ellos marchan en nuestra flota robada a un planeta que ya no tiene sus mejores guerreros, ni sus naves mejor artilladas, ni sus estrategas más valiosos.


 

Amigos interplanetarios

Alejandra Iglesias

 

—Licenciado, esta criatura tiene un ojo que efectúa un movimiento perfecto, pero en sentido contrario al humano.

Después de haber recorrido virtualmente ochenta planetas y visitado otros doce, Darío Shwxeh no recordaba haber visto algo igual. Le producía asco.

Recostaron el cuerpo en el tomógrafo. No tenía órganos, sino una forma viscosa, dorada. Hicieron una pequeña incisión y fue como pinchar un globo. El líquido en cuestión de segundos invadió el lugar multiplicándose mientras un tic tac tic tac sonaba cada vez más fuerte hasta que, de pronto, todo explotó, llenándose de millones de seres dorados que caminaban frenéticos.


 

Citas

Joyce Barker Bucat

 

La tomó en brazos y la saboreó como si fuera un helado.

—¿Qué hace, doctor? —gritó el guardia desde el exterior derecho de la celda acristalada.

El doctor, rápidamente, soltó a la criatura. Se apresuró en salir.

—Nada, estaba investigando un poco más. Estos extraterrestres...

—Se supone que nadie debe estar después de las 7:00. Me obliga a registrar el hecho.

—No hagas eso, espera… Podrías tener uno igual —dijo, mostrándole las llaves del auto.

—Pero prométame que...

—Es tarde, hasta mañana.

—Estamos solos, soy el siguiente —dijo el guardia.

La criatura se tornó roja y naranja.

—Sí —respondió.

 

  

Contacto inesperado

Jairo Alfonso Ramos Jiménez

 

El movimiento fue perfecto en medio de aquella multitud. Casi nadie lo notó, solo dos personas lo percibieron. Ella y él, los antiguos amantes que alguna vez se despidieron sin palabras y que hoy volvieron a verse cuando la tarde caía para dar paso a la oscuridad de la noche. Ella sintió el contacto inesperado y frio de la hoja de metal que desgarró cada órgano interno de su cuerpo. Él, hundía su arma sin sospechar que con cada empuje también cercenaba la vida de un hijo que nunca imaginó que existía y que su venganza le impidió conocer.


 

El anuncio

Débora Mayol Parodi

 

Me dirigí al nuevo trabajo, ofrecían una excelente remuneración. El colectivo demoró más de la cuenta pero llegué a la dirección señalada en el diario.

—¡Hola! Buscamos jóvenes talentos para el nuevo canal, ¿trajo el CV impreso?

—Aquí tiene.

—¡Perfecto! Pase directo a la oficina del productor —dijo señalando un pasillo, que era una especie de tren fantasma, con diferentes imágenes sangrientas.

—Adelante, preciosa —me dijo el calvo de orejas pronunciadas, con espalda ancha y piernas cortas, una especie de gnomo.

 Mi cuerpo comenzó a temblar. Intuí la trampa.

 La puerta se cerró con un hermetismo cómplice.

 

 

La niña perdida

Raquel Grandoli

 

—¡Helena! ¡Helena! ¿Dónde estás? ¡Helenaaaa!

La madre gritaba y corría haciendo aullar a los perros.

Todos salieron en busca de la niña con linternas, escopetas y palos.

Don Gervasio dijo que la vio ir derecho hacia el bosque hablando sola.

¿Se había vuelto loca? ¡Pobre niña! ¡Será por tanta lectura! Dijo alguien por ahí.

Entretanto, la criatura observaba, acechante, oculta en la oscuridad.  Su movimiento se asemejaba al de una serpiente, zigzagueante, silencioso, siniestro. Invisible, imperceptible al sentido humano.

Solo brillaba en la noche un ojo rojo como luna de sangre

Más tarde, cuando todos durmieran, regresaría por más.


 

Nahiara

Eri Echilley

 

Tus muñecas y tus peluches se acuestan sobre tu pecho.

Noviembre duele, como duele la desidia. Todos te miramos y el mar brota de nuestros ojos acostumbrados a lo desgarrador, pero no a tanto.

Una luz tenue alcanza tu cuerpo, los sollozos  y tu expresión son espinas que se clavan en mi sien.

Tu hermanito corre por el lugar como quien ignora la fugacidad de la vida, mientras vos dormís el sueño eterno.

En la villa aprendí: la muerte no discrimina, pero el Estado sí.

Te doy un beso en la frente. Tapan tu nueva camita, estallan los gritos.

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