domingo, 4 de julio de 2021

EL PESO

 Eri Echilley




La organización Mundial de la Salud declara que la segunda ola de la pandemia por coronavirus se está cobrando más vidas. Desde el Ministerio de Salud piden concientización por parte de los ciudadanos”. El murmullo del televisor inunda toda la casa. Es un placebo para mi soledad acostumbrada. Alguien habla. Hay ruido. Mientras, afuera un grupo de adolescentes pasa por la acera con una felicidad que desconozco. Abro las cortinas y observo. Ríen estrepitosamente como si no sucediera nada. Cierro las cortinas y paseo por la casa. Tu cama está tendida. Tu ropa pulcra en los cajones. Te veo sonreír desde la pared.

Me siento a la mesa y acaricio una taza. El café me mira con compasión. No prendo más que la luz de la cocina. Ya no sé si pasaron seis días o seis meses. No lo lograste y es todo lo que sé.

Me levanto rumbo al baño y paso por tu pieza. Goku me mira desde la puerta de tu ropero y tus juguetes hacen huelga desde el baúl. Tus botines se asoman por debajo de la cama. Aún conservan un poco de pasto de la última vez que fuimos a la plaza. La luz tenue se posa sobre tu escritorio, no quiero tocar nada. Y se me hace verte de refilón. Algo se me rompe en el pecho y mis ojos estallan por los aires. Me llueve la vista y la vida. De pronto, el viento generoso hace bailar el atrapasueños de la ventana. Sonrío pensando que sos vos, aferrándome a lo místico para guardar la esperanza intacta y pensar que existe algo más que está vida corpórea y efímera. Qué sos vos diciendo que todo va a estar bien.

Vuelvo a la cocina y miro la televisión como quien mira sin mirar. Los conteos suben y suben al ritmo de la incertidumbre. “¿Desde cuándo el peso de tu vida se convirtió en un decimal con escarcha dentro de una estadística?”, pienso mientras viajo de la cocina al sofá y me vuelves a sonreír, pero esta vez desde la mesita ratona. Y sin querer recuerdo que te extraño, me asaltan tus ojos entreabiertos. Un tubo insolente lastimándote los labios. Un oxigeno compartido. Los pasillos del hospital atestados de gente. Paseos eternos con la angustia desgarrándome la boca del estómago y la muerte anudada en la garganta. Días interminables de un final sin anunciar.

Me estoy durmiendo. Se me hace escuchar tu risa que viene de la cocina. Siento el tacto de tu mano pequeña en la mía, como cuando aprendiste a caminar, como cuando te ayudaba a cruzar la calle. Tu primer diente. Tu primer día en el jardín. Tu primer añito, feliz con tu bonete. Tu sonrisa Los flashbacks de una vida inalcanzable me sorprenden, al igual que el anochecer, quedándome dormida en el sillón. Me agacho hasta la mesita ratona, te doy un beso y me voy a la cama, porque en estos tiempos para encontrarnos con la gente que amamos tenemos que dormir.



6 comentarios:

  1. Tremendo, emotivo, de esos que te parten. Muy bueno Eri.

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  2. Hola, Claudia. Muchísimas gracias por leerlo y por el comentarios <3

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  3. ¡Felicitaciones Erica! Un texto con mucha fuerza, que logra emocionar al lector produciendo cierta empatía con el personaje. Muy bien narrado con un buen uso de los recursos. Me gusta mucho.

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    1. Hola, Deby. Gracias por tu calidez y calidad de siempre cuando comentas un texto. Me alegra mucho lo que me decís, creo que este texto se trata de eso, de generar esa empatía, porque todos conocemos el lado b de la muerte, la ausencia. Gracias de nuevo. =)

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  4. Emocionante, bien manejadas las palabras y la descripción del momento. Felicitaciones !

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  5. Hola, Rosy. Muchísimas gracias!!!!! <3

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