Guillermo Corte
—Mira quién volvió… —dijo el senador
de Circinus a su compañero de Antennae. señalando el acceso con una de las
extremidades de su exoesqueleto.
—Oh no… ¡Por Katar! —El de Antennae,
una entidad con forma de pez dorado, se tomó la cabeza con ambas aletas,
lamentándose.
—¿Quién…? —preguntó, asomándose, el
parlamentario de Arp 299.
—¡Es Morflog! Me desconectaré hasta
que se marche… —afirmó la inteligencia de la galaxia enana de Sculptor.
—¿A qué sector representa? —El
legislador de Sextans-A se había incorporado recientemente al Consejo.
—Su nombre es Morflog, de la especie meridiana.
Es un veedor del sector veintiséis —explicó el representante de Circinus—. Pasó
seis bilfords en un planeta primitivo de la Vía Láctea al que llaman
“Tierra”.
—Una galaxia casi inerte —dijo el de
Sextans-A.
—Sí… casi. Porque está la dichosa
“Tierra”… Resulta que Morflog formó un vínculo emocional muy fuerte con las
formas de vida que habitan ese mundo, a quienes llama “humanos” y desde
entonces, viene todos los fúsar a abogar por el ingreso de los
“terrícolas” a la Comunidad galáctica. —El artrópodo se acercó muy lentamente
hacia el centro de la sala desplegando sus informes holográficos.
—Buenos tiempos, senadores.
—Buenos tiempos, Morflog. Ya sabemos
los motivos del petitorio… Pero nada ha cambiado por el momento. Por favor
regresa el próximo bildford.
—Vengo a suplicar ante este honorable
Consejo… por una revisión del fallo 453G: ingreso de la Tierra a la Comunidad
Galáctica…
—Negativo —dijo con un sonido
monótono el androide de Dwingeloo 1.
—¡Ya basta! —bramó el congresista de
Sulfur-7, un ser enorme, imponente, similar a un oso, con una máscara de metal
en la trompa.
—¡Es cierto! ¡Ya lo debatimos muchas
veces! —dijo el senador de Kentaurus-A, mientras batía sus antenas en señal de
desprecio—. Lo explicaremos nuevamente… los representantes de las
civilizaciones de esta Comunidad consideramos conveniente no intervenir en ese
planeta.
—Quiero que estén al tanto de que he
interpuesto una Reconsideración ante la Cámara de Revisores.
—Eres realmente incansable Morflog… —afirmó
el circinuano.
—Tenía que ser un meridiano… no hay especie
más insufrible —gruñó, por lo bajo, el de Sulfur-7.
—Señor, debería notificar ese
comentario al Ministerio del pensamiento —se defendió el artrópodo.
—¡Morflog, santurrón! —El que parecía
un oso estaba cada vez más molesto, pero su traje secretó oportunamente un
líquido azul que lo calmó de inmediato.
—Las guerras en Titanio, la amenaza
de los Colosales Termitentes… ¿y tenemos que preocuparnos por un planeta
insignificante y sin futuro? —intervino el antennaecino.
—Comenzaré mi apología con una
muestra de la fina cultura terrícola presentando ocho obras literarias
autóctonas… —Nada iba a detenerlo. Y por ley debían escucharlo, aunque nadie
deseaba perder el tiempo. —La República, de Platón, La Divina comedia, de Dante
Alighieri, Romeo y Julieta de William Shakespeare, Las cincuenta sombras de
Grey de E. L. James…
—¡Ya basta! ¡Tú ganas, Morflog! —intervino
el antennaecino. —¡Que comiencen las formalidades! ¡En diez bilfords los
incorporaremos!
El intercesor se quedó atónito e
inmediatamente comenzó a agradecer al Senado. Mientras los elogiaba, el
antennaecino hablaba telepáticamente con al circinuano.
—Voohon… ¿Es eso cierto?
—Un par de audiencias más y nuestro
peludo amigo le hubiera arrancado la cabeza… ¡No te preocupes Teqeq! Mis
científicos aseguran que los “terrícolas” se destruirán entre sí en dos, a lo
sumo tres bilfords. Ahora disimula hasta que se retire de una buena
vez…
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