Trigamia
Carmina Shapiro, Luisa Madariaga Young
& Sergio Gaut vel Hartman
Fresco, lúcido y sereno, a pesar de que había bebido como un vikingo, Aarón
Salazar decidió realizar una experiencia fuera de lo común. En función de que sentía
un ímpetu inusual gracias al ajenjo tragado, se decidió a conquistar a la vez a
las tres hembras alienígenas que lo habían rechazado sistemáticamente. El
frenesí juvenil parecía haber retornado a su espíritu, y aprovechando que por
una de esas coincidencias inusitadas las tres estaban conversando animadamente
en el salón pequeño de la casa de Regina Blativicius, arremetió con vehemencia,
se arrodillo y lanzó un apasionado discurso.
—Las amo a las
tres con toda la potencia de una nave Crew Dragon, deseo casarme con ustedes y
hacerlas inmensamente felices. Si aceptan las llevaré a dar la vuelta al universo,
las cubriré de joyas y les permitiré que se embriaguen hasta la inconsciencia
con cuanta bebida existe.
Las alienígenas
detuvieron de a poco su conversación ante el número que estaba montando el
humano.
—Tranquilízate,
Salazar —dijo Märn, la inmensa, violeta y peluda viajera del sur de la
galaxia—. Está claro que no conoces la diferencia entre el ajenjo y el amirys.
Deja de beber o quedarás hecho una babosa.
—Necesita comer
algo —espetó secamente y con desagrado la Yírgola, sin dejar de mirar dos de los
tentáculos que Yenitza sostenía entre los suyos.
—Sí, pediré un
pastel de batata.
Märn tocó el
botón de su mesa que encendía la luz de órdenes, y pidió una porción con doble
ración de crema agria. El dulce le devolvería los pies a la tierra, la conexión
con este espacio-tiempo, y la crema agria moderaría el éxtasis que apenas
comenzaba y, como no sabían cuánto había bebido, podía estallar con virulencia
en cualquier momento.
Aarón seguía en
el piso, mirándolas embobado como un perro ante un trozo de carne tierno y
jugoso. Yenitza lo contempló divertida y habló sin soltarse de la Yírgola.
—Oigan, tal vez
no está mal la idea… Las leyes galácticas permiten el matrimonio como un
contrato con cláusulas electivas y condiciones particulares… Entre las tres y
con los contactos viales de este idiota, podríamos hacer buenos negocios,
¡seríamos magníficas empresarias! —Y con el mismo entusiasmo le dijo a Aarón—.
¡A ver si no terminamos siendo nosotras quienes te llevemos alrededor del universo
y te cubramos de joyas! —Y soltó una carcajada sonora y estridente que vibró en
un amplio registro e hizo tintinear algunos objetos alrededor, llenando el aire
de ruiditos como si las cosas rieran con ella.
Las ventosas de
Yenitza que sostenía la Yígorla vibraron también y los colores de la piel se
movieron en sintonía. La Yírgola sonrió satisfecha, ese espectáculo nunca
perdía su magia. Ella, que conocía cada rincón del sur de la galaxia, con
cientos de aventuras en su haber junto a sus dos disímiles amigas, comprendía
asombrada que el terrícola le despertaba una profunda y mágica curiosidad. ¿Qué
puede ofrecer este debilucho humano que apenas cuenta con cuatro extremidades amén
de que dos de ellas estaban en el piso, dobladas bajo el peso de las ropas que
traía puestas? ¡Ah!, pensó, la propuesta de matrimonio solo la hacía pensar en
la parte reproductiva.
Miró fijamente a Yenitza tratando de interpretar el cambio repentino en la
vibración de sus tentáculos, pero su amiga había cerrado todos los ojos dejando
fluir un bien elaborado plan. Märn también tocó sus ventosas; ahora las tres
podían decirse cuanto quisieran sin que Aarón se enterara y, al mismo tiempo,
continuar el juego con el terrícola para trasladarlo a su propio territorio.
—Altreans nos
espera y queda más cerca —dijo Märn con una sonrisa dibujada en todo lo que,
con cierta buena voluntad, podemos denominar rostro—. Sus leyes son más
flexibles que las de la Confederación Galáctica. ¿Qué dices Aarón? Nos interesa
la idea de este matrimonio y con tus contactos en Altreans debe ser muy fácil. ¿Tienes
fuerzas suficientes para levantarte y seguirnos en tu propia nave?
Aarón se levantó
del piso tratando de mantener el equilibrio, sopesando las palabras y el cambio
repentino en el tono de estas, hasta ahora, inalcanzables hembras, algo que en
su más profundo yo plantó una lucecita de duda, pero que desechó de inmediato;
el deseo de conquista era demasiado poderoso y mucha su autoconfianza. Sabía
que las tres estaban pensando en su poder financiero, capital que podía
derrochar a manos llenas. Luego estaba la propuesta de viaje a un planeta que
conocía como al suyo y donde tenía las mejores relaciones. Este es mi día de
suerte, pensó.
—Tengo fuerzas
para eso y para poseerlas a las tres durante un año estelar completo —alardeó
el terrícola.
Esta vez las
risas fueron casi catastróficas, y la casa de Regina Blativicius se sacudió
como si hubiera sido afectada por un sismo grado 9.9 en la escala de Richter.
Las alienígenas
retomaron su conexión telepática y el comentario colectivo, del que me inhibo
de desglosar la exposición de cada una, fue algo así:
—¡Pobre infeliz!
Como si fuera capaz de determinar qué hay que estirar, penetrar, absorber,
desplegar, impregnar, saturar, fijar, encajar, separar, reblandecer,
transformar, retraer, macerar, invertir y masticar en nuestros cuerpos. Pero,
en fin, ¡todo sea por el beneficio!
Una vez más, algo
que podría considerarse una sonrisa de beneplácito recorrió los cuerpos de las
extraterrestres. Aarón, que ignoraba por completo cuál sería su destino al
final de la aventura, también estaba feliz.
No entro en detalles sobre si existen aspectos por ajustar. ¿Saben que no me interesa? Me ha gustado el planteo de la bizarra propuesta matrimonial y la tensa, ominosa atmósfera que en todo momento nos deja muy claro que un fatal, indecible y terrible destino espera al inconsciente terrestre. La gatuna malicia de las alienígenas se percibe y resulta intimidante. Sentimos el desagradable deslizar de tentáculos cómplices y maquiavélicos. La obra parece conjugar la mordacidad del dibujo animado FUTURAMA y el horror informe que espera tras un velo en las pesadillas de Lovecraft.
ResponderEliminarHernán Bortondello
Muchas gracias, es muy reconfortante para mí.
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