Las cartas de la señora Sorrow
Itzel
Alejandra Flores García Laura Irene Ludueña
Luisa Madariaga Young & María Elena Rodríguez
Alabama, 5 de septiembre de 1943.
Mr. Edward Beaton
California
Estimado Sr. Beaton;
Se extrañará de recibir esta carta después de tantos
años. Sé que usted me ha buscado todo este tiempo que tuve que vivir huyendo y
que no entiende por qué no hice la denuncia aquel día.
Tuve miedo cuando entraron armados a la tienda, les
di todo el dinero.
¿Sabe por qué no llamé a la policía?
Porque usted es el hijo del único hombre que amé.
Sí, Edward, en ese tiempo su padre y yo vivíamos un gran amor a escondidas. Y
no quise darle ese disgusto; usted era muy joven.
“Ya cambiará”, pensé.
Cambió… para mal; mandó a perseguirme, así que me
mudé lejos.
Acá me casé y tuve una hija: Linda, esa mujer con la
que usted quiere casarse.
Sí, ya sé que ella le ha dicho que no estoy bien,
que paso ebria, que colecciono esqueletos de ratones y solo muestro amor por los
gatos y que prefiere no verme.
Pero yo la amo, Edward, aunque me vean así, bebiendo
y sola. Con usted no va a ser feliz; sé cómo consiguió su fortuna. Linda nunca
lo aprobaría y si se casan, créame que se va a enterar. ¡Sí! ¡Es una amenaza!
Por eso le ruego, por el amor que su padre me tuvo,
por el amor que le dio a usted, piénselo, suspenda ese casamiento, mi hija
merece un futuro mejor.
Por último, no le hable nunca de esta carta.
Perla Sorrow
Misisipi, 7 de octubre de 1943.
Mr. Edward Beaton
California
De mi consideración;
Veo que no se ha dignado a responder
mi carta. Me da la impresión de que no dio crédito a la amenaza que le hice,
así que le aclaro que tengo en mi poder una serie de reportes que conseguí y
seguramente le serán de gran ayuda a la justicia si se los entrego. Todos los “negocios”
que usted tiene están aquí, con datos duros. Un archivo de varios años.
Le advierto, Edward, soy
paciente; usted lo sabe. Estuve con su padre en los tiempos difíciles en los
que la madre de usted fue declarada maniaco-depresiva y la ingresaban al
hospital psiquiátrico una vez por semana para practicarle electro shocks. Sé que usted sabía que era conmigo con quien él
lograba tener el remanso de tranquilidad que necesitaba para no volverse loco
también. Quizás eso fue lo que detonó su resentimiento hacia mí. En fin, eso ya
no importa.
Le escribo nuevamente
después de un mes porque quiero reiterarle la urgencia de que deje en paz a mi
Linda.
Mi paciencia tiene un límite
y mucho más si se trata de luchar por la felicidad de ella.
Le doy cinco días para
responder, de lo contrario llevaré los documentos a la comisaría para presentar
una denuncia formal en su contra; los medios de comunicación se encargarán del
resto.
Perla Sorrow
PD
Recuerde no mencionarle nada a Linda de estas
cartas. Ella jamás debe enterarse; su vida correría peligro.
Jackson, 30 de octubre de 1943
Mr. Edward Beaton
Cárcel de
Alcatraz
Edward;
Fiel a mi palabra, aún tengo en mi poder la documentación que lo
condena. Llegaba a Jackson para entregarla, cuando me enteré lo que le había
pasado. Mencioné su nombre, y una pregunta por aquí y otra por allá me
anoticiaron de los hechos. Me consta que cortó su relación con Linda. Hoy llora
convencida de su regreso, pero lo superará.
Ha tomado la decisión correcta, mi hija merece un hombre que la ame y no
digo que usted no lo haga, pero no es necesario aclarar que le ha mentido
siempre. Y mi Linda no tolera la mentira, necesita un amor limpio,
transparente, que no oculte una vida oscura signada por la violencia, la
ilegalidad y las persecuciones. Sé que lo han herido mientras atracaba un banco
con su banda, y es por eso que no volvió a verla. Puede ser que esté muy
enamorado de ella; quienes viven en la oscuridad se deslumbran con la inocencia
de un alma pura.
Celebro que mi hija desconozca lo que ocurrió; es muy triste saber que
amamos a la persona equivocada. No seré yo quien le relate la verdad de los
hechos. Hace tiempo que no respeta mis opiniones. A usted le deseo que se
recupere, pero que cumpla su condena como su padre hubiera querido.
Sepa que no le guardo rencor, quizás le escriba alguna vez como lo
hubiera hecho su padre si viviera.
Perla Sorrow
Washington DC, 26 de diciembre de 1943
Mr. Edward
Beaton
Cementerio
Arlington.
Finalmente logré obtener de usted la confianza que necesitaba para
materializar mi plan B si mis amenazas no surtían efecto. Poseía demasiado
dinero, poder e influencias como para permanecer tanto tiempo encarcelado.
Salir de la cárcel e ir en búsqueda de mi hija no le tomó excesivo
tiempo y yo ya le había advertido que no lo hiciera. No importa que en sus
últimos momentos me jurara por todo lo que existe en este mundo que su amor por
ella era verdadero; Linda se decepcionaría mucho cuando supiera la verdad
oculta tras su máscara de hombre respetable.
Pero vayamos al grano, pude engañarlo cuando le ofrecí una tregua por
Navidad y que por amor a Linda le entregaría toda la información que mantengo
en mi poder. Esta vieja alcohólica lo tenía todo planeado. Es una lástima que
el primer golpe en la cabeza solo lo dejó atontado, pero mirándolo del lado
positivo, eso nos dio la oportunidad de mantener una larga conversación, que no
nos llevó a ninguna parte ni tampoco cambió para nada mi decisión: una muerte por
asalto que quedará impune como todos sus delitos.
Quiero que sepa que luego del funeral, Linda recibió la documentación; a
estas horas ya lloró lo suficiente por el desengaño, la recompensa es que me
pidió olvidar su rechazo hacia mí y volver a vivir juntas.
Descanse en paz. Nos volveremos a ver en el infierno.
Perla Sorrow
Muy bueno.
ResponderEliminarEscribir todo un relato epistolar en segunda persona es un desafio que pocos aprueban. Las cartas de la sra Sorrow es un gran ejemplo de ese logro
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