jueves, 4 de agosto de 2022

LOS CUENTOS DEL CAN CERBERO - NUEVA SERIE - 025

 Desnudez  

Luisa Madariaga Young 

Guillermo Lamolle & Hernán Bortondello




 

Rodeada por la oscuridad de la habitación me revuelvo en mi cama sobresaltada, tratando de razonar en medio de la noche. ¿Estoy realmente despierta? ¿Es solo una pausa dentro del recurrente sueño de casi todas las noches? Se ha repetido tantas veces que me asombra lo fácil que se me hace saber lo que pasará, incluso puedo reconocerlo en mi subconsciente ya que se inicia como un hermoso espejismo donde me veo caminando junto a alguien que nunca identifico, pero que, inexplicablemente, sé que amo mucho; el calor de su mano me trasmite una paz infinita, me siento como flotando de bienestar. Paseamos entre la gente sin hablar, disfrutando la mutua compañía; veo fuentes donde desbordan miles de peces de brillantes colores; se destacan los azules y amarillos. ¡Todo tiene tanta belleza! Mi espíritu vuela hermanado al de mi desconocido acompañante; esa conexión entre ambos es increíble, no existen palabras para describirla, es tan grandiosa que deseo vivir por siempre en ella. Pero entonces todo cambia, lo que hasta ahora era tan maravilloso finaliza convertido en una pesadilla irreal, y es que de pronto tomo conciencia de que me encuentro en medio de una multitud y estoy completamente desnuda. ¿Cómo es que hasta ahora no lo había percibido? Hago lo posible por buscar algo de ropa y no la encuentro, las personas me hablan y al parecer no les importa o no ven mi desnudez; busco inútilmente a mi compañero y lo veo entre la gente; ya no me tiene de su mano y mi vergonzosa desesperación crece hasta despertar. Y así, cada tantas noches, regreso a mis curiosas, locas, amadas, odiadas, irreales, ruborizadas y recurrentes ensoñaciones. ¿Será cierto que los sueños tienen algún significado? Porque para muchos, ya sea soñando o no, mostrarse desnudos puede ser algo fascinante y bastante divertido. Repienso mi pregunta, y esta vez me suena un poco tonta. ¡Claro que tienen que tener algún significado! Lo que varía, supongo (no soy ninguna experta), es el criterio para interpretarlos, o traducirlos, si se quiere, al lenguaje de las palabras; una tarea harto difícil, llena de limitaciones y prejuicios. Pero volviendo a mi sueño, ¿por qué esa recurrencia? Seguramente hay algo importante ahí. O podría ser, simplemente, falta de creatividad por mi parte; pero supongamos que no. ¿Qué pueden significar esa persona de la que no conozco ni el rostro y ese entorno estimulante y placentero, y por qué siempre termino desnuda y avergonzada? ¿Acaso algo en mí está gritando que mi desnudez, real o simbólica, también puede ser placentera, que lo que falta para poder disfrutar de todas esas maravillas soy yo misma, en mi estado más «natural»? Mmm... No sé, pero me gusta esa posibilidad. Si fuera psicóloga, y un paciente me trajera ese sueño, tal vez le mencionaría eso mismo, llena de orgullo profesional. Porque debe ser bravo, ¿no?, que te traigan un sueño y no tengas la más mínima idea de por dónde agarrarlo. Bueno, para algo estudian... yo qué sé, me acuerdo de esos peces de colores... siempre me fascinaron, pero en el sueño tienen una especie de valor extra, siento como si hubiera encontrado un tesoro ahí, disponible. Se me ocurre una idea. Voy a esperar un día lindo e ir a un acuario, a ver si ver esos mismos peces, pero despierta, me dan alguna pista. Es un delirio, ya sé, pero ahora que dispongo de cierto tiempo libre puedo dedicarme a jugar un poco. Y, para hacerlo más real, podría invitar a alguien... pero ¿a quién? No conozco a nadie que pueda sustituir a mi acompañante onírico. ¿O sí? ¡Pues claro que no! Cuarenta y cinco años y jamás una relación seria. ¿Para qué mentirme? Dos amigas casadas y compañeros de trabajo no cuentan. Mejor averiguo en el smartphone a qué hora puedo visitar el Centro de Vida Subacuática del que tanto me hablaron Marcela y Claudia. Creo que acerté cuando limité el ejercicio de mi profesión a las mañanas: este lugar abre exclusivamente por la tarde; sonrío satisfecha.

¡Al fin completé las seis horas en la oficina! No pasaban más. ¡Carajo! Por querer llegar rápido al coche casi me tuerzo el tobillo y rompo un taco; es que estoy tan entusiasmada por dilucidar el acertijo de mis noches… Arranqué casi al dar vuelta la llave, conduje como una loca y ahora me asombro de haber llegado en apenas veinte minutos. ¡Pero si recién abren las puertas de la exhibición! Pago la entrada, ansiosa, e ingreso a un verdadero laberinto cuyas gruesas paredes de cristal permiten disfrutar de la maravillosa vida marina, lacustre y fluvial. Como le pasa a la mayoría, me enamoro de los delfines y me cuesta un gran esfuerzo abandonarlos para seguir recorriendo. ¿Pero que es aquel desértico estanque? Apenas posee un lecho de grandes rocas, sin algas ni corales. Me acerco curiosa. Una plaquita dice: Maylandia lombardoi - Lago Malawi (Tanzania, Mozambique y Malawi). ¿Mozambique? De pronto me siento descompuesta. Por el rabillo del ojo capto movimiento. Entre las grietas rocosas asoman tímidas parejas de pececitos… ¡Amarillos y azules! La vista se me obscurece y tambaleo, una luz estalla en mi mente: ¡Mozambique! ¡Aldeia Lusefa! Una niñita y su papá, semidesnudos, vuelven de nadar en el lago. ¡Los portugueses!, grita la gente huyendo. Él suelta mi mano: corra para a floresta, minha menina! Es mi padre y su piel morena enfrenta los fusiles. Mi verdadero padre.

2 comentarios:

  1. Excelente, muy bien narrado y mantiene la tensión hasta el final. Me gustó mucho

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  2. Yo veo una desconexión al final. Son tres los que escriben y la verdad es que solo se notan dos voces. es decir que mientras dos de los participantes sí se preocuparon por guardar la coherencia en el texto, el último no lo hizo y de allí que se note la diferencia.

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